miércoles, 22 de agosto de 2007

Falangopodometría

Cualquier persona con cierta inquietud se plantea aprovechar las vacaciones para descubrir alguna nueva actividad. Como no quiero ser menos que otros, tras profunda reflexión y largas meditaciones, he descubierto la Falangopodometría. Toda una ciencia.

Para poder practicarla con éxito, la persona debe realizar una preparación previa, no exenta de cierta laboriosidad, determinadas dotes y un entorno adecuado para desarrollar el proceso completo. Vamos , como el Karma, que no es una actividad baladí, si no que requiere toda una preparación física y espirtual del individuo.


Dicha preparación comienza por la mañana. Hay que levantarse hacia las 10:30 de la madrugada e ipso facto ir a tomar el desayuno. Pitillito tras el café con leche y el individuo debe dirigirse a la lonja del pueblecito de pescadores para adquirir una buena pieza de sepia sucia y un par de calamares de tamaño medio, ambos limpios y troceados; unas piezas de pescado pescado de roca y marisco para hacer caldo, un puñado de pichinas y mejillones y una docena de gambas rojas del lugar. Depués debe dirigirse a la tocinería para adquirir un kilo de costilla de cerdo troceada. Y en el colmado, un kilo de cebollitas, unos ajos, aceite de oliva, y un kilo de arroz.
Tras esta primera etapa, se admite un pequeño receso en el bar de la plaza del pueblecito para tomar unas cañitas y leer el periódico local para alertarse de en que pueblo toca la fiesta mayor y así poder evitarla a toda costa.

Al llegar de tan ajetreada mañana, puede darse un chapuzón en la piscina, no sin antes encender la leña de la barbacoa y poner a hervir el agua para hacer el caldo de pescado.
El chapuzón debe durar lo suficiente para que el fuego de la barbacoa esté en su apogeo y el caldo de pescado hirviendo. Vestirse con una ropa cómoda y, paella en mano, dirigirse a la barbacoa. Controlar que el fuego esté en su justa medida (vivo pero no demasiado fuerte), y por este orden realizar las siguientes tareas:

- Poner medio litro de aceite
en la paella
- Echar tres o cuatro ajos machacados y sin pelar. Cuando empiecen a dorarse, retirarlos.

- Salar y ofreir las gambas ligeramente (deben quedar un pelo crudas, se trata de dar sabor al aceite, las gambas acabarán de cocerse posteriormente.)

- En media paella freir la costilla de cerdo previamente salpimentada. En la otra media la sepia y el calamar. La costilla debe estar muy hecha y bien doradita. La sepia y el calamar deben retirarse rápido, si no quedan duros.

- Tras retirar la costillita, echar en la paella la cebolla bien picada. Es importante que, a partir de este momento, el fuego sea débil para poder ir pochando la cebollita lentamente. Cuando adquiera un color tostado, echar un generoso vaso de brandy y quemar. Cuando acabe de quemarse el alcohol del brandy repetir de nuevo la operación. Para entonces la cebollita deberá adquirir un color marrón muy oscuro, casi negruzco.

- Incorporar a la paella, la costilla, la sepia y el calamar, y el arroz. Revolver y mezclar bien.

- Echar el caldo de pescado. Avivar el fuego para que hierva bien.

- A los 15 minutos de cocción, incorporar las pichinas, los mejillones y las gambas, con cierta gracia para que la apariencia tenga cierto estilo.

- Tras 5 minutos más de cocción, retirar la paella del fuego y cubrir mientras reposa unos minutos más.

- Ingerir acompañado de un buen vino.

- Cafetito pitillín y eructito final.


Ahora es el momento más delicado. El individuo debe estar totalmente en alerta para detectar la ocasión. En cuanto la conversación comienza a decaer, escurrir el bulto procurando no ser advertido.
Tumbarse en la hamaca que está bajo las encinas, de manera que los ojos queden a la misma altura que las falanjes de los pies. Este punto es especialmente importante. Balancear ligeramente la hamaca y colocar ambas manos en la nuca. Aquí comienza el proceso más delicado de la Falangopodometría: Auditar el número de falanges de cada pie. Preguntarse la utilidad de cada uno de ellos, especialmente del meñique del pie izquierdo. Volver a auditar el número de falanges, esta vez en orden inverso, por si se ha perdido alguna. Preguntarse porqué la uña del dedo gordo crece más fuerte que la del resto. Meditar. Volver a auditar el número de falanges. Preguntarse porqué la falange anular del pie derecho nadie le pone un anillo. Meditar. Volver a auditar el número de falanges. Preguntarse porqué la falange corazón no tiene pulso. Meditar. Volver a auditar el número de falanges...

Cuando depierte, auditar de nuevo el número de falanges, no vaya a ser que durante la siesta algún espabilado le haya afanado alguna. Caso de seguir manteniendo el mismo número, acudir con júbilo a contárselo a la suegra para que comparta tamaña alegría consigo mismo.

9 comentarios:

M dijo...

Sabes si hay certificado de calidad del proceso??

Lo veo muy complejo para intentar la especialización sin garantia de exito...

Tal vez como postgrado...

Un saludo,
Hilda

Luigi dijo...

Apreciada Hilda, en estos momentos está en el procedimiento de homologación de calidad de la ISO9001 y de medio ambiente ISO15000. Tenga en cuenta que se trata de un proceso científico sumamente delicado. Toda precaución es poca.

vaderetrocordero dijo...

Yo para llegar al ùltimo estadio necesito una raja de sandia de postre.

Luigi dijo...

Corre usted el riesgo de que tanta sandía le hinche la tripa y no pueda verse las falanges...

Mandarina azul dijo...

Tengo dos dudas:

Duda nº 1: Cuando dices suegra, ¿te estás refiriendo a la suegra elefanta?

Y duda nº 2: ¿Esta actividad falangopodometrial funciona también entre los paquidermos?

Gracias anticipadas por las respuestas.

¡Me alegra tu vuelta! Un beso :)

Luigi dijo...

Apreciada Mandarina,

Respecto a su primera duda, resulta evidente que la morfología apunta un gran número de similitudes.

Sobre la segunda, es por todos sabido que la hamaca es una idea patentada por lo parquidermos sobre telas de araña (recordará la famosa concioncilla), aunque no está comprobado si la trompa les permite visualizar las falanges correctamente.

Zebedeo dijo...

¡Me apunto a la falangopdometría! ¿Hay cursos por correo?, ¿y por radio? ¿ya está el curso en CCC? Es que lo he intentado yo solito y creo que he contado más falanges que las que tengo habitualmente, debe ser que le he hechado demasiado brandy a la paella ¡hics!

humo dijo...

Ignoro lo que son las pichinas.
Creía que la cebolla ablandaba el arroz.
Después de comer, mis neuronas no resisten tanto trajín: se desconectan de inmediato.
Dichosos ustedes, los intelectuales.

Luigi dijo...

Apreciado Zebedeo: Me temo que es un tema exclusivamente de praxis, como si preparara una opasición. La Universidad de Harvard se ha interesado por el tema y lae va a dedicar un postgrado en breve. Hay una corriente intelectual que está en la tesis de demostrar la relación directa existente entre la proporción del brandy con el número de falanges.

Apreciado Humo: Pichinas en el argot culinario son moluscos bivalvos. Puede escoger aquellos de su agrado tales como almejas, berberechos, etc. La cebolla según como se cocine puede ablandar el arroz, pero con este método no altera la textura. Por ello también se recomienda sofreir ligeramente el arroz antes de añadir el caldo para el hervor, pues así rompe el almidón y queda más crujiente. No sea dormilón, por lo menos intente contar hasta tres falanges antes de la merecida siesta. Está comprobado que el ejercicio previene males como el Altzeimer.