miércoles, 20 de junio de 2007

Dormitando la digestión

Oigo su taconeo desde lejos. Su forma de caminar se asemeja al galope del séptimo de caballería, aunque en esta ocasión no es tan rítmico como el de otras veces. El rubor de sus mejillas me alerta de que algo anormal está sucediendo. La veo aproximarse a través del cristal. A diferencia de otras veces, abre la puerta sin llamar y a pesar de sus jadeos logra decir –“Hay un aviso de bomba, tenemos que evacuar el edificio”- Ya me han jorobado. Con lo que me gusta este ratito de la tarde, justo después de comer, para repasar y planificar las actividades pendientes de día (esto lo digo por si algún improbable día lo leyera mi jefe, que a esta hora lo que hay que hacer es dormitar la digestión, algo parecido a digerir mientras dormito).

Como algún gracioso de de prevención de riesgos laborales se le ocurrió la brillante idea de nombrarme responsable del Plan de Alarma y evacuaciones (que mal suena) de mi planta, intento recordar el procedimiento. Primero, verificar la alarma. Llamo a seguridad, comunica. Sigue comunicando. Pero como voz la alarma ya ha corrido entre todo el personal, hago caso omiso del primer procedimiento y paso al segundo. Verificar que todo el personal, de forma ordenada, abandone la planta y se dirija a su sitio asignado en la calle. Así que raudo, pregono un –“rápido, todos al bar antes de que no queden mesas libres”- La consigna es interpretada al instante por todo el personal. En menos de 10 segundos, no queda nadie en la planta. Me sorprendo de lo bien que evacuan (sigue sonando fatal), ni ensayado hubiera salido mejor. Es una estupidez tener que esperar en la calle, teniendo un bar a tan sólo diez metros del sitio de espera asignado. Que a estas alturas del año, el Lorenzo aprieta de lo lindo, y no tengo mi protección 40 a mano.

Como otra de las tonterías del Plan de Alarma y Evacuaciones (¿dije antes que suena fatal?) exige reportar la evacuación a la cadena de mando, consulto el manual para ver a quien tengo que avisar. Toca avisar a… pero… si a este lo prejubilaron hace tres meses. A ver el siguiente… increíble si el lunes la ingresaron en el hospital (pobrecilla, a ver si se recupera pronto). Las dos siguientes posiciones están en blanco. Por tanto, que le den al procedimiento, servidor se va, que luego aunque haya mesas, no quedan sillas libres en el bar. De camino hacia la salida, hay un espacio para las máquinas de vending y los servicios. Aunque es manual no dice nada, me desvío, no vaya a ser que algún vientre apurado le juegue un disgusto a su portador. Nadie en el de hombres. ¿Y que hago con el de las mujeres? Nunca se me hubiera ocurrido entrar. Ni aunque las llamas estuvieran lamiéndome el trasero. Con las leyes de discriminación positiva no se juega. –pum, pum, pum- ¿Hay alguien? -PUMPUMPUMPUM- ¿HAY ALGUIEN? Ni pío. Pues ale, al bar y con la conciencia bien tranquila.

Tras un par de cafés y algo más de un cuarto de hora. Llegan los Mossos de Escuadra (los llamarré poli a partir de ahora, que si no me agoto escribiendo). Como si fueran los SWAT, acordonan las calles adyacentes al edificio e interrumpen la circulación rodada. Los agentes, observan con mirada fría, a través del perfil de la visera de su gorra, con los ambos pulgares ceñidos al cinto de reglamento. Buscan al sospechoso, sin duda, entre los cientos de personas que aguardan en la calle en la posición que el Plan de Alarmas y Evacuaciones (brlbrlbrlbrl es que me da un nosequé) les tiene asignado.

Mientras la poli inspecciona el interior del edificio, nos anuncian que nuestro otro edificio también ha ordenado una evacuación preventiva. Comentan que se hace por mimetismo. Mira que bien. En el otro edificio, que parece dotado de mejores medios que el nuestro, han dado el aviso por megafonía. “Atención, no es un simulacro. Abandonen el edificio debido a una amenaza de bomba. Pero no se preocupen, porque la bomba la han puesto en el otro edificio, así que no se alteren”. En total más de 1.200 personas en la calle entre los dos edificios.

Tras una hora, se confirma la falsa alarma. Todos de vuelta al redil. Curiosamente, los 10 segundos que se emplearon para evacuar (bonito palabro), precisan de 6 minutos para realizar la maniobra contraria. Debe ser como conducir. Se va más rápido hacia adelante que marcha atrás. Todo este jaleo justo a la hora en que debería dormitar la digestión. ¡Pero que mala leche que tienen algunos!

9 comentarios:

L_Y_R dijo...

jajajajajajajajajaajajjaajajaj una historia genialmente contada!!!! jajajajajajajajaajajaj

Luigi dijo...

Pues es cierta, nos pasó ayer, y me fastidiaron la dormitera digestiva :)

Anónimo dijo...

UUfff...Luigi...peor me suena eso de:

"exige reportar la evacuación a la cadena de mando, (consulto el manual para ver a quien tengo que avisar)."

Ufff...pues yo diría que tienes que avisar al siguiente que entre, y se disponga a tirar de la cadena...que algunas cosas...pringan.

:P

Besitos.

(Olvídate del camino de las hormigas...)

Luigi dijo...

ja ja ja es verdad, no me había dado cuenta. Tengo pensamientos escatológicos inconscientes!! :))

gemmacan dijo...

Jajaja! A pesar de lo mal que suena, una evacuación contada con gracia te proporciona un rato bien divertido.
La próxima vez avisaré a la hora del desayuno. Tomo nota.

Luigi dijo...

Agradecido quedo :)

L_Y_R dijo...

si yo no he dudado que fuera cierto... lo genial es tu forma de contar la situacion! fantastica!

Mandarina azul dijo...

Huy, qué blog más divertido, ¡y yo sin saber de su existencia hasta hoy! Con tu permiso, aquí que volveré.

¡Saludos! :)

Luigi dijo...

lyr: Gracias!

Bienvenida Mandarina!