domingo, 10 de junio de 2007

Golondrinas y Albur de Amor

Hace unas semanas, una pareja de golondrinas anidó en la ventana de mi despacho. Cuando la mujer de la limpieza lo vio, lo quitó muy enfadada, porqué decía que le "ensuciaban el poyo de la ventana". Advertida de que no lo volviera a hacer, me quedé apesadumbrado, imaginando el lógico enfado de las pobrecillas golondrinas al ver destrozado el el tedioso trabajo de varios días.

Para mi sorpresa, la pareja de golondrinas volvió al día siguiente. Construyeron de nuevo su nido en el mismo sitio en donde lo había realizado anteriormente. Algo en el lugar había atraído la atención de la pareja de ambos pajarillos. Intrigado me preguntaba que podían haber visto de especial en este emplazamiento.
Mi ventana es como cualquier otra ventana del edificio en el que resido. No tiene nada especial. Paso bastante tiempo en mi mesa de trabajo, que está justo al lado de la ventana. Aunque es cierto que mantengo la persiana parcialmente cerrada, hacia la mitad o tres cuartos mas o menos, porque el sol le da de lleno y me molesta para trabajar con el ordenador. Así que seguro que me ven y saben que estoy. Por tanto, no es por la soledad del lugar que han escogido el emplazamiento del nido. También es verdad que la persiana es eléctrica. La cambié hace poco y cada vez que la subo o bajo un poco, lo hace de manera muy discreta y silenciosa, nada que ver con el estruendo que hacía la vieja persiana de madera que tenía anteriormente.

Paso varias horas al día en mi despacho. Y casi siempre me acompaño de música diversa. Las golondrinas me ven y me oyen con toda seguridad. Queda totalmente descartado ni me vean ni me oigan.

Van pasando los días, y las veo revolotear una y otra vez. El nido está completado y no creo que tarden mucho tiempo en crear su prole. Pero en este tiempo he podido observar un detalle. Cuando la música con la que me acompaño es la de Chavela Vargas, música que pongo muy a menudo, y a un volumen bastante alto, ambas golondrinas comienzan a revolotear y a piar. Al principio creí que los llantos desgarradores de Chavela les asustaba. Pero, ¡oh sorpresa!, no es así. Les gusta Chavela Vargas. Casi más que mi. Cuando suenan sus canciones, especialmente si las pongo a última hora de la tarde, se alborozan. He probado con otro tipo de música y no reaccionan de la misma manera.

Me parece increíble. Una cosa es que la música amanse las fieras. Pero que una pareja de golondrinas se ponga a revolotear en la ventana al son de un corrido, me lo cuentan y no me lo creo. El caso, es que cada día espero impaciente el atardecer para hacer de "pinchadiscos" a mis queridas compañeras de ventana. Tengo la impresión de que ellas también me esperan a mi. Los tres esperamos nuestra parte del día para escuchar Albur de Amor o Cruz de Olvido, y hacer nuestra fiesta particular de cada tarde. Procuro disfrutarlo al máximo. Como aves migratorias que son, están aquí sólo de paso.

3 comentarios:

L_Y_R dijo...

no sabes como he disfrutado con este post... me emociona saber que hay rincones donde pasan cosas como esas... donde hay personas capaces de darse cuenta de que pasan esas cosas...

besos para ti y tus golondrinas...

Luigi dijo...

Ahora que no nos oye nadie, no estoy muy seguro de si revolotean de gusto por la Chavela, o protestan enérgicamente ... tendrá que aprender golondrino y preguntarles

gemmacan dijo...

¿Es que te creías que las golondrinas eran tontas? También en su especie se encuentran individuos con buen gusto, y ¿qué mejor que anidar al atardecer con Doña Chavela? ;)

Saludos!!!